domingo, 9 de julio de 2023

El diagnóstico es el punto de partida...NO un pronóstico de futuro

¿Cuántos padres habrán recibido un diagnóstico TEA dado por profesionales que van más allá y ejercen el papel de adivinos? Es lamentable escuchar frases como "Su hijo es autista...universitario no será" o "Podrá caminar, hablar y poco más". Estas afirmaciones, aunque crueles, reflejan una triste realidad que muchos padres enfrentan al recibir la noticia de la discapacidad de su hijo/a. El choque emocional de aceptar esta realidad se ve agravado por el miedo y la falta de conocimiento que suelen acompañar a estas duras palabras pronunciadas por profesionales médicos.

Sin embargo, es importante recordar que el autismo es un espectro tan amplio que nadie puede predecir con certeza las habilidades que se adquirirán con el tiempo ni lo que el cerebro de una persona autista será capaz de lograr en el futuro. Debemos evitar sufrir por pronósticos carentes de empatía y comprender que cada individuo es único en su desarrollo.

La aceptación del diagnóstico es un proceso que implica atravesar diversas etapas, similar a un duelo por la pérdida de las expectativas previas. Este camino no siempre está preparado, ya que en general, las familias no cuentan con referentes que les sirvan de guía, a diferencia de aquellos que tienen hijos neurotípicos. Por esta razón, es fundamental buscar grupos de apoyo con circunstancias similares, donde se pueda compartir experiencias y evitar caer en la negación que tanto afecta.

Una vez se le da nombre a los signos y síntomas que se presentan, la atención temprana se vuelve fundamental. Es necesario involucrar a todo el entorno del niño/a, ya que requiere un enfoque integral que siente las bases para un proceso de por vida. El siguiente paso es aceptar y convertirse en consumidor de información relevante que permita comprender lo que sucede con el hijo/a, adquiriendo estrategias que faciliten el día a día con la condición.

Además de consumir información, los padres deben convertirse en grandes observadores. Esta habilidad les permitirá conocer a su hijo/a en profundidad, anticipar crisis y prevenir conductas disruptivas. La observación constante y el entendimiento de las necesidades individuales de su hijo/a serán fundamentales en su desarrollo y bienestar a largo plazo.




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